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Leyendas, Cuentos e Historias
A Zaragoza u al Charco
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Prólogo

Llevaba ya dos años de una existencia casi feliz en mi vida laboral, pues la empresa de Barcelona donde trabajaba, había decidido enviarme a Zaragoza; y yo, que soy de Mallén, aprovechaba y me iba todos los días a mi pueblo al acabar mi jornada. Pero un buen día, mi jefe, pensando sin duda en lo acertado de aquél viejo aforismo de que a esta vida hemos venido a sufrir, creyó que ya era hora de cumplir su misión divina y resuelto a convertirse en el instrumento de la divina providencia, me envió a Madrid.

De nada sirvieron mis argumentos en contra de la bondad de tal decisión empresarial, ni siquiera los más socorridos de tacharla de antieconómica para ellos, pues la verdad es que puse todo el ingenio y los recursos lógicos de que puedo estar dotado; incluso los más peregrinos me parecieron aceptables en un vano intento de desaconsejar una decisión, que a todas luces, echaba por tierra un período de mi vida irrepetible. Así pues, un buen día cogí mi flamante Renault 5 Copa y, haciendo de tripas corazón, me dirigí a la capital del reino.

Da la casualidad de que, hace años, una de mis hermanas pensando que para el perfeccionamiento de su carrera musical, todo aconsejaba, que lo mejor era desplazarse a Madrid para continuar allí sus estudios, y mira tú por donde nos encontramos nuevamente, sin que nuestras voluntades hubiesen tenido nada que ver en ello.

El caso es que un día hallándome en su casa, cayó en mis manos un escrito que llamó poderosamente mi atención por varias razones. Primera, por que describía una historia harto conocida por todos los aragoneses, pero que yo siempre había atribuido a la tradición oral tan extendida en mi tierra y nunca vi escrita en ningún sitio; segunda, por que  el protagonista de la misma, según aquel escrito, era de mi pueblo; y tercera, por que era totalmente anónima, así que no conozco a su autor, a pesar de que me encantaría hacerlo.

Así pues, y sin más preámbulos, ahí va la susodicha historia, que en honor a la verdad, estaba escrita en correcto castellano de Valladolid, pero que yo, por darle un poco más de verismo, he convertido a un lenguaje popular que era el corriente cuando me crié en Mallén.

Mariano Ibañez

De Mallén salí  yun día
pair a Zaragoza ver
a un primo de mi mujer
questaba con pulmunía.

Echeal cesto palmorzar
un ocho yun choricico
yen unión de mi burrico
arre quiarre, prencipié andar.

Nuabía andau tan siquiá dos horas
cuando de pronto
se queduel burruechun tonto
Paraícuen la carretera.

Yual velo diatrás un paso
yechando manuala faja
y sacando la navaja
me preparé por siacaso.

Eraun viejo setentón
morrudo, coloradote
güen mozo y con un cogote
másafeitau quiun melón.

El entonces me miró,
yo fui y le pregunté:
-Tio güeno, ¿Quién es Usté?-
-San Pedro- Me contestó.

-¿ San Pedro?- -El mesmo, Colás-
-Era! Y ¿Quiace Usté puaquí?-
-Pos vengo pavertiatí,
y quió saber ande vas-.

-Pa Zaragoza me dirigía
que la Luciana, mi mujer
mancargau que vaya ver
a su primo que tié pulmunía-.

-Amigo Colás, ten presente
que siempre prenunciarás
cuando digas ande vas
el “si Dios quiere”, mismamente-.

Agarrando güerte la navaja
por siacaso senfurecía
le dije con osadía
mientras subía la Marga.

-Miusté, San Pedro majico
que nuestoyo pa monsergas
y quiá Dios o no quiera
pa Zaragoza voy, con mi burrico-.

-No seas tozudo, Colás
y toma nota diaquesto
quiotros por menos desto
sufren penas por demás-.

Apreté yo luegüel paso
ya la mañana sigüente
tenienduel Pilar denfrente
ni miacordaba del caso.

Visitia mi primuel Feliciano
questaba cuasi curau
le diuna güeltal Mercau
y pa Mallén chino chano.

Yen unión de mi animal
que nunca siba sin mí
de Zaragoza salí
más tieso quiun concejal.

Al poquico demprender
el viaje desta manera
San Pedruen la carretera
se me golvió apaicer.

El burrico se paró
cuando lo tuvuailante
paraícos pun instante
quedamos San Pedrui yo.

El preguntó: -¿ Ande vas?-
Yo le dije: - A Mallén,
aunque no le paizca bién-
-Dí, “si Dios quiere”, Colás.-

-Miusté, no se disespere
ni ponga ustémpeñuen ello,
quiaunque me cuerten el cuello
yo no digo, “si Dios quiere”.

-¿No quiés decilo?-
- No-
-Pues bien, por no querer,
Desdioy, ranas de ser-.

Mechual Ebro y medíun baño
mayor de lo que creía
miusté que baño sería
questuven el Ebrun año.

Bién me jodioaquel indino
tol tiempo questuvallí
tan jarto diagua salí
quiaura solo bebo vino.

Por fín,
un día golvió,
y del charco que mechó
quiso golvermia sacar.

Cuando me tuvua su lau
me dijo: -¿Qué tal, amigo?
Creo que con el castigo
yastarás escarmentau.-

-Por tantuamigo Colás,
aprovecha la leción
y pautener el perdón
contesta bién ande vas.-

Y yo, que pablar soy tan franco
le dije desta manera:
-¿Andi dir? Andiusté quiera,
a Zaragoza, ual charco.- 

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