Este hecho, sucedió durante
la Guerra de Independencia de Cuba, a finales del siglo XIX.
En uno de los acuartelamientos del ejército español en la isla de Cuba, se produjo un trágico suceso. Debido al irresponsable descuido de la Compañía que tenía encomendada la vigilancia, una noche, logró entrar un grupo de insurgentes y pasaron a cuchillo a toda una Compañía de soldados españoles; hecho éste, que provocó la consternación en el resto del acuartelamiento. Al día siguiente, el Teniente Coronel al mando de la plaza, ordenó que la Compañía responsable de tan lamentable suceso, fuese diezmada. Fue formada la Compañía, y el Capitán del Pelotón de Fusilamiento, iba contando y cuando llegaba al décimo soldado le ordenaba salir de la formación. Inmediatamente se dirigía al paredón, donde le eran arrancadas las insignias de identificación que llevase en el uniforme y degradado, en el caso de tener algún grado (cabo, soldado de primera, etc.), a continuación se le vendaban los ojos y era pasado por las armas. En un momento tan trágico, casi todos recordaban a sus madres, esposas, novias, etc. y tenían un último saludo para alguna de ellas. Después de señalar a uno de los condenados y tras ponerle el pañuelo que cubría sus ojos, el Capitán dio la fatídica orden: -¡ Apunten !- En ese momento, el soldado, que se enfrentaba a su hora suprema, exclamó con todas sus fuerzas:- ¡¡¡ Viva el Santo Cristo de la Columna !!!- Al instante, el Capitán ordenó al pelotón que descansaran sus armas y dirigiéndose al que iba a ser ajusticiado, le quitó la venda y le preguntó mirándole a los ojos: -¿Porqué has gritado eso ?- -Por que soy de Mallén, mi Capitán, le contestó el soldado entre sollozos- -Pues dale las Gracias al Santo Cristo de la Columna, porque El te ha salvado- Como luego se pudo saber, dicho Capitán era de Zaragoza y su ama de cría era de Mallén y le inculcó su devoción por el Santísimo Cristo de la Columna. Mariano Ibáñez © Asociación Cultural Belsinon 2002-2009 |