Las relaciones entre Juan II, rey de Aragón y su primogénito Don Carlos, príncipe
de Viana fueron siempre difíciles y generalmente hostiles.
Don Carlos paso gran parte de su vida encerrado en lugares diversos hasta que
murió quizás envenenado por orden de su propia madrastra, doña Juana Enríquez,
segunda esposa de Juan II. Uno de estos lugares fue Mallén, donde el príncipe
contaba con numerosos seguidores aglutinados en el bando llamado de los
Beamonteses.
En su forzoso destierro en Mallén para tratar de apaciguar el confinamiento
el príncipe se hizo enviar a la estancia del castillo
algunas de sus mas preciadas pertenencias.
El príncipe que consideraba injusta la sanción de su padre decidió fugarse
del castillo tramando la manera de evadirse con sus partidarios.
Como la ocasión de fugarse se presento antes de lo previsto don Carlos apenas
tuvo tiempo de guardar sus pertenencias y decidió esconderlas en secreto en
su habitación.
Llegado el momento don Carlos huyo dejando tras el un importante tesoro que el
nunca recupero y que todavía hoy día no ha sido encontrado.
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